Ser honestos con nosotros y con los demás: para ser honestos tus palabras deben coincidir con tus acciones. La palabra no tiene cabida en la vida del samurái salvo que sea el móvil para pasar a la acción, ya que lo que define a un guerrero son sus actos.

Hacia su gente, ser leal. Haber hecho o dicho ¨algo¨ implica que ese algo tiene un lugar con él. Él es responsable de ello y de todos los resultados que siguen.

Mediante el entrenamiento intenso el samurái se convierte en rápido y fuerte. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos. Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad.

Es la virtud mas importante de todas. El auténtico Samurái solo tiene juez de su propio honor, y es el mismo. Las decisiones que toma y como las lleva a cabo son un reflejo de quien es en realidad.

Un Samurái recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. Debe formarse en el entendimiento de la naturaleza y de las personas y por lo tanto actuar siempre desde el respeto y el entendimiento. Esto solo se consigue a través de la disciplina en el campo de la sabiduría.

Cree en la justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia. Para un auténtico Samurái no hay tonalidades grises. Solo existe lo correcto y lo incorrecto. En la vida real no hay buenos ni malos, solo decisiones correctas o incorrectas.

Para accionar ante momentos de la vida necesitamos coraje. Salir de la comodidad de nuestra mente. La forma correcta de destacar sobre los demás, no significa actuar con extravagancia, simplemente ser directo y honesto contigo mismo y con los demás.